Dame un trozo de paz, Señor, un trozo de alegría pequeña, unas migajas luminosas de amor.
Hoy he llegado hasta tu puerta al fin cansado y pobre, para pedirte luz, para pedirte tu limosna de paz, de dicha grande de que estamos faltos, tan mendigo yo mismo de amor y convivencia al lado de otros pobres que lo ignoran u olvidan que lo son y que ahora suplican en mi verso.
Dame un trozo de sorpresa muy frágil; un cestillo de paz y de querencia para volver de nuevo por mis pasos e irles repartiendo a los hombres pan y amor y alegría para poder buscarte.