A los ocho días llegó Jesús (Jn 20, 19-31)

IMG-20170417-WA0000

Cuando lentamente dices con Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!«, quizá vislumbres que en estas palabras coinciden todas las antítesis de este mundo. Coincide lejanía y cercanía, el amor y la imposición, la fe y la incredulidad, la duda y la certeza, Dios y el hombre, la experiencia y la no experiencia, el roce y la falta de roce. El Dios extraño y tu Dios, el impalpable Dios se hace palpable para ti, el intocable Dios deja que lo toques. Entonces desaparece en el amor la distancia entre Dios y tú, y eres uno en Cristo con Dios.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.