Miércoles 26

los_envi_con_su_amor_al_para_el_mundo

Tú dices: “Yo soy la resurrección y la vida“, y todo cambia ante nuestros ojos.

Nuestra tierra, escenario de odio y violencia, se convierte en semilla de tu Reino.
En sus surcos Tú trabajas.

La Iglesia -Comunidad de bautizados-, envejecida y desfigurada por tantos años, se renueva con la brisa de tu Espíritu.
Fiel a tu Evangelio, sorprende a propios y extraños.

Nuestra comunidad, débil y pequeña, surge como almendro en flor en este mundo.
Tú la proteges de inclemencias.

Nuestra fraternidad, tantas veces rota y violada, renace al calor de tu palabra comprometida.
De su luz Tú sacarás el sol.

Nuestra vida, torpe y tan poco valorada, la estimas como tu gloria y mejor alabanza.
Ni una gota quieres que se pierda.

Nuestra alegría, que tan pronto pasa, Tú la guardas como tesoro precioso.
Con ella revistes tus moradas.

La muerte ya no pone término a nuestra historia, porque en ese término Tú siembras el comienzo.
¡El comienzo de una vida sin término!

En Ti resucita la tierra.
En Ti resucita nuestra historia.
En Ti resucita nuestra fe y nuestra espera.
En Ti se hunde todo y se yergue, sola, la vida.

Los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos
Lc 9, 1-6

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