Anochece, Señor.
He vivido la jornada que me has dado haciendo lo que hago diariamente… He sembrado un puñado de ilusiones y encendido algunas luces.
Estoy cansado y se me duermen hasta las ilusiones. Pero te creo como a nadie, y sé que eres compañero y cómplice, que te desvives por mí y me entiendes.
Acúname, descánsame y despiértame creyéndote más, y más serena y libremente.