Miércoles, rumbo al trabajo con el coche, las primeras luces del día ya se ven en el cielo.
Ahora, si lo pienso bien, tengo más de lo que necesito. Antes no fue así, bien lo sabes Señor, por eso yo, sí YO, ¡yo sé lo que es no tener más que unos euros para pasar la semana después de pagar la renta!
Tener que mirar los precios una y otra vez hasta que me cuadren las monedas del bolsillo, comer otra vez pasta porque es más barato, hacer que me duren mas de la cuenta esos zapatos o esas camisas.
Ahora tengo trabajo, debo pagar una casa, un coche, la luz y el gas y tantas facturas, tengo que trabajar horas y horas para subsistir, pero ahora tengo lo suficiente para poder hacer algo más que quejarme, sí, ahora sí.
Señor, me pregunto ¿Acaso me he fabricado un caparazón para que no me duelan las situaciones de los que están a mi alrededor? ¿Me he hecho pasar voluntariamente por ciego para no ver que mi hermano vive entre estrecheces y dificultades? Sí es así, ¿qué clase de hermano soy? Cuando atravesaba dificultades en mi vida, ¿acaso no hubiera deseado que no solo una mano amiga, sino muchas me hubiesen ayudado?
Levántate corazón mío y sí, ayuda a quién sabes que no te dirán nunca por pudor….
¡AYÚDAME!
Mateo 25:44-46
Entonces ellos le preguntarán:
‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero, o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?’ El Rey les contestará: ‘Les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron.’ Esos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.”
Santiago 2.15-16
Supongamos que a un hermano o a una hermana les falta la ropa y la comida necesarias para el día; si uno de ustedes les dice: “Que les vaya bien; abríguense y coman todo lo que quieran”, pero no les da lo que su cuerpo necesita, ¿de qué les sirve?
Comunidad Anawin Zaragoza 