He llegado a odiarme.

alegria

He de reconocer ante todos vosotros una verdad siempre escondida. Una verdad hurtada a mis amigos y a mi familia.  Creo que ya es hora de sacarlo a la luz.

Nunca había sido feliz.

Llegó el mes de junio, ya llevaba nueve meses sin abonar el pago del piso, cuatro de  luz y la comunidad ya me daba por moroso.  Había pérdido  más peso de la cuenta, aunque yo siempre he sido delgado, para mi metro setenta ya no llegaba a los 52 kilos. Me alimentaba solo de bebidas y de alguna fruta.

Durante esos  días había llegado al limite de lo que mi mente podía soportar y claro lo fácil es recurrir a lo que tienes más cerca.

El móvil siempre en el bolsillo, esperando para que me llamaran para hacer de lo que fuera. Mi último y grandioso trabajo durante mayo, hacer de mascota en un centro comercial. Ya veis, haciendo de mascota en un centro comercial, vamos había llegado a lo más alto.

Toda la ansiedad acumulada durante estos meses me provocaron tal malestar que caí enfermo. Sin dinero, sin trabajo, hecho una piltrafa.

Como el Señor, me había estado observando. Debió de creer oportuno que el mal que me acechaba ya había sido suficiente, y como nos narraba el apóstol Pablo en su primera carta a los Corintios 10:13:  Hasta ahora, ninguna prueba os ha sobrevenido que no pueda considerarse humanamente soportable. Dios es fiel y no permitirá que seáis puestos a prueba más allá de vuestras fuerzas; al contrario, junto con la prueba os proporcionará también la manera de superarla con éxito.

Por lo cual el Señor, debió de mover sus hilos y cuando dormitaba en casa recibí una llamada.

La voz al otro lado del teléfono fue muy escueta, me convocaban para una entrevista, mis estudios y mi experiencia anterior, era lo que ellos estaban buscando en ese momento.

Como era martes y tenía quince días  hasta la entrevista, lo primero que hice fue levantarme de la cama.  Enfrentarme al espejo fue mi segundo paso. Estuve mirándome un rato en él, y no, no tenia buena pinta para una entrevista.

Me duché, me afeité, y con la maquinilla me corte el pelo lo mejor que pude. No tenía dinero para ir al peluquero. Imbuido en mis pensamientos, pensé ¿que ropa me pongo? Tengo que tener al menos un aspecto decente, sino del primer vistazo me rechazaran. En mí ultima entrevista creo no duré ni treinta segundos ante la mirada atenta de la entrevistadora.

En este mundo competitivo al máximo, al menos has de tener un aspecto normal.

Yo no lo tenía. ¿ He sido alguna vez normal? ¿ Pero  quien pone los listones de lo que es normal o no? Bien vale, no soy un pimpollo pero tampoco soy Franquestein,  aunque después de muchas horas sin dormir pueda asemejarme.

El timbre de la puerta del piso comenzó a sonar, me acerque a la mirilla y allí estaba Juan mi vecino, me coloqué lo mejor posible la toalla y le abrí la puerta.

¡Joder, tío!, ¿te has duchado? me gritó.

Sí, ya ves, ya tocaba, le respondí.

¿No me jodas que te han llamado para algún curro? Vamos tiene que ser eso, porque vamos ligar,ligar, eso lo descartamos del todo, me dijo riéndose.

Pues has acertado, me han llamado para otra entrevista.

¿Y cuándo es? ¿Dentro de un rato?

No, le conteste, es para dentro de quince días .

Joder, pues si que te preparas con tiempo. Claro que mejor así, ¿has comido?. Mi piva, ha preparado paella antes de irse al curro, ponte un chándal y comemos juntos y me cuentas.

He de agradecer, que Juan es lo más parecido a un hermano que he tenido nunca, yo que he sido hijo único. Comimos juntos y me prestó la ropa que necesitaba.

A lo que siempre me negué durante todos estos meses, porque creía que era ya tocar suelo del todo, ahora estuve dispuesto. Pisé por primera vez el comedor social. Allí trabajaba Ana, la novia de Juan, y durante dos semanas acudí todos los días al comedor, donde Ana me cuidaba y me preparaba una bolsita con comida extra y bebida para el resto del día.

También he de agradecer a Carmen, una vecina ya mayor, que me invitara por las tardes. Los dos nos hacíamos mutua compañía merendábamos y charlábamos. A Carmen le encantaba que le contara historias de la Biblia y sus personajes.

Hacía ya tres años que había dejado atrás el monasterio, con una  mano delante y otra detrás.

Y llegó el día. Sí, llegó el día de la entrevista. Me eligieron.

Los milagros existen.

Llevo en este trabajo un año y medio ya. He pagado todo lo que debía. Miento, aún debo el coche, el piso, y parte de la cocina…..como casi todo el mundo. Pero el riesgo de que me echaran a patadas del piso con la policía felicitándome a la entrada, ya había pasado.

A veces sigo sintiéndome débil. Pero he dado nuevos pasos. He pensando mucho en como he llegado a estar como estuve. ¿Y cuál ha sido la conclusión?.

Las personas con las que me relacionaba.

Las amistades pueden llegar a ser  fuente de satisfacción y felicidad. En mi caso, algunas de ellas fueron la  principal causa de mi insatisfacción e infelicidad.

Hasta ahora he sido incapaz de ignorar las palabras, actitudes o comportamientos hacia mí de los que me rodeaban. Desde niño siempre fue así.  Me daba miedo el ir al colegio.

En determinadas ocasiones ignorar a los que te rodean es una cuestión de salud mental porque hay actitudes que pueden llegar a desestabilizarnos o nos obstaculizan tanto que nos impiden avanzar y alcanzar nuestro potencial. Darnos cuenta de que estamos alimentando relaciones tóxicas, donde nosotros mismos somos los principales perjudicados, es el primer paso para salir de la tela de araña en la que nos hemos metido.

Si he sido un toxicómano, me alimentaba de relaciones tóxicas, tan tóxicas que podrían haberme destruido por completo, de hecho casi lo consiguieron.

Una vez un paisano se acercó a Buda, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos gritaron de rabia.

Ananda, el discípulo más cercano, le pidió a Buda:

– ¡Dame permiso para darle su merecido a este hombre!

Buda se limpió la cara con serenidad y le respondió a Ananda:

– No. Yo hablaré con él.

Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, le dijo al hombre:

– Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado. Te estoy tremendamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a Ananda y a los otros discípulos todavía pueden invadirle la ira. ¡ Gracias! ¡ Te estamos muy agradecidos!

Hasta ahora, he sido una persona muy débil, dependiente de la valoración moral de los demás, de mi familia. Era incapaz de ignorar a aquellos que yo creía que me amaban, pensaba que lo hacían por mi bien.

Pero me equivocaba. No había llegado a comprender lo que significaba la palabra ignorar.

Ignorar es simplemente no permitir que las palabras y comportamientos dañinos de los demás hagan mella en nuestro equilibrio interior. No es necesario recurrir a la violencia velada ni hacer malas acciones, consiste simplemente en crear una capa protectora a tu alrededor.

No escuchar a ciertas personas en ciertos momentos, ni siquiera es necesario alejarse de ellas porque, al fin y al cabo, todos tenemos luces y sombras. Ignorar no es una forma de venganza ni una manera para hacer sentir al otro inferior, ignorar es saber utilizar  tu propia conciencia es discernir que lo que es o no es correcto para ti.

Como escuchamos en el anuncio, tu de bueno, eres tonto.

Estuve leyendo un articulo de Jennifer delgado, sobre las situaciones en las que uno debe de saber ignorar  que os comento porque a mi me ha ayudado mucho.

Las 3 situaciones que debes aprender a ignorar

1. Las críticas destructivas. Cuando las críticas no tienen la intención de ayudarnos a mejorar sino tan solo de desmotivarnos o hacernos sentir inferiores, deberíamos hacer caso omiso de ellas. No dejes que otras personas te juzguen sin haber caminado con tus zapatos. Y mucho menos dejes que sus críticas te dañen.

2. Las malas acciones. Si una persona te hace una mala acción, no permitas que esta altere tu equilibrio psicológico porque entonces habrá logrado su objetivo. Recuerda que solo puede dañarte aquello a lo que le confieres poder. Anota la mala acción, reestructura tus expectativas sobre esa persona y sigue adelante.

3. Las manipulaciones. Algunas personas intentarán controlarte a través de la manipulación emocional. Es importante que seas consciente de ello y que aprendas a obviar los comentarios que hacen leva en tu sentido de la responsabilidad, tus sensaciones de culpa o incluso tu cariño, para hacerte tomar decisiones que de otra manera no tomarías. Cuando aprendes a ignorar ese tipo de comentarios, puedes ser verdaderamente libre para decidir cada paso en tu vida.

Yo no sabía fabricarme un escudo. Creía que al hacerme uno, me alejaba de los demás. Que no podía interesarme en los demás profundamente. Qué si no era participe de sus preocupaciones o de sus males era un mal cristiano. Pero lo que no me dí cuenta era de que me iba cargando, no solo con el peso de mis propia vida, sino que cargaba con el peso de los demás.

Jesús, nos animó a llevar la cruz con nosotros. Pero Jesús, sabía hasta donde podía llegar cada persona.

Soy una persona abnegada, me doy hacia los demás, siempre estoy cuando alguien me necesita. Si tengo pan, lo comparto. Si necesitan que los acoja, mi casa está siempre abierta.

Como cristiano siempre tuve presente las palabras de Jesús en Mateo 16:24,  en la que Jesús, nos anima a seguir su ejemplo.

Pero nosotros no somos Jesús. Jesús fue una persona única, era la palabra de Dios. Nació para cumplir una promesa.

Jesús nos conocía íntimamente, sabe de que estamos hechos, y no nos pide mas allá de lo que cada uno pueda dar.  Jesús nos animó a cargar con «nuestra cruz«. Sí, con la nuestra, nosotros no podemos llevar la cruz de Cristo, nos cae muy grande.

No podemos llevar la cruz de los demás, no es algo que nos competa.

Yo he de aprender a llevar mi cruz, a ser un siervo amoroso de Cristo. A abrirme a los demás, pero si amo a los demás,  ¿acaso debo odiarme? Hasta hace poco no entendía las palabras de Jesús, pensaba que debía de anularme como persona, que debía trabajar hasta destruirme, y casi lo conseguí.

Me desprendí de tantas cosas que llegue hasta un punto en que era absolutamente inútil para los demás. Era huérfano de todo, hasta de mi propio amor. Llegué a secarme del todo.

Llegué a odiarme por no estar a la altura de mis propias expectativas.

¡Puedo decir!, ¡cuánto mal han hecho algunos santos!

Ahora sé, que para imitar a Jesús, he de aprender a ser un cristiano alegre. Un cristiano autosuficiente, no un cristiano amante de las inmolaciones. Un cristiano que pone a Dios a prueba todos los días,esperando que el  Señor lo alimente, no entiende aún lo que es ser hijo de Dios.

El señor no me  va mandar un cuervo para que me alimente.

La alegría es un don del Señor. Nos colma desde dentro. Es la demostración empírica de que somos alcanzados por el espíritu.

Querídos hermanos, sigamos perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comiendo juntos con alegría y sencillez de corazón (Hechos 2:46)

Hoy puedo decir que soy afortunado. Dios me ama, me rodeo de personas que también me quieren. Aquellos que no lo hacen, yo si los amo con todo mi corazón, porque ahora si, ahora soy feliz.

«Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo. el que cree en él no se pierda, sino tenga vida eterna Juan 3:16.

 

La paz sea con vosotros.

Abdías.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

3 comentarios en “He llegado a odiarme.

  1. Abdías: No se si lo que has escrito es un relato o la crónica de tu vida. Sea lo que sea, me ha impactado.
    Un abrazo muy fuerte con todo mi afecto y solidaridad.

    YOEL

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    • Hola Jose María, es una historia con mensaje. No me han pasado las cosas que cuento, afortunadamente!. Cuando leo algún libro o me impacta alguna historia, pues a veces me sirve para escribir algun relato. Pero como siempre hay algo de tí en todas las historias claro.
      Un abrazote!

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