Este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido.
Lc 15, 1-3. 11-32
¡Qué distinto es ser invitado a estar «en casa»! Saber y sentir, Jesús, que todo lo de Dios «es mío» y que Él siempre está conmigo tendría que ir cambiándome el corazón. Hazme cada vez más hijo, más hija.